05/11/2023 por Alejandro Bancalero 0 Comentarios
Los últimos madrileños que pagan 100 euros de alquiler: "Vivo en el mejor barrio del mundo"
La renta antigua en Madrid se extingue lentamente mientras fallecen los titulares de unos pisos que, de codiciados que son, a veces incluso dejan de ser rentables,
Pascual Daureo, de 85 años, vive en el madrileño barrio de Lavapiés desde hace 60 años, a la altura de la calle Argumosa. Paga al mes 130 euros de alquiler con todos los gastos incluidos. En promedio sus vecinos pagan en un mes lo que Daureo paga al año. "Vivo en el mejor barrio del mundo. Disfruto mucho de la vida", asegura.
Daureo conoció a su mujer en la pastelería donde trabajaba como repostero y cuando se casaron se fueron a vivir al piso de los abuelos de ella. Cuando ellos fallecieron, el contrato de renta antigua quedó a su nombre. Como él, en el edificio todavía quedan cuatro personas más con este tipo de contratos: "A nosotros no nos pueden echar, tenemos contratos que están blindados", asegura Daureo que se plantea comprar el piso para dejárselo a sus hijos, ya que no les puede subrogar el acuerdo de renta antigua.
Al otro lado de la ciudad, el inversor en renta antigua Alejandro Bancalero, que dirige Bancalero Abogados, recibe por la mañana una llamada de una inmobiliaria que intenta venderle un piso por 400.000 euros en la zona del Retiro. Allí vive un hombre de 82 años que tiene un contrato de renta antigua. A Bancalero no le termina de convencer la propuesta: "Aunque nuestra manera de hacer negocios es tener paciencia, cada vez estamos aceptando menos este tipo de ofertas porque no son rentables". Los precios del mercado son cada vez más altos y los contratos de renta antigua son una pesadilla para los propietarios.
La llamada renta antigua se refiere a contratos anteriores al 9 de mayo de 1985 y que quedaron congelados. Son herencia de unas leyes franquistas que permiten a los inquilinos pagar cantidades muy pequeñas, de entre los 7 y 200 euros al mes, por el alquiler de pisos que se suelen ubicar en el codiciadísimo centro de ciudades como Madrid. Desde la aplicación de la ley, han pasado casi cuarenta años y estos inmuebles, más allá de no generar beneficios, cuestan dinero a unos propietarios que no pueden actualizar la renta a un valor que se acerque al del mercado. La media en la Comunidad de Madrid son 1.344 euros por alquilar un piso de 80 metros, según datos del portal inmobiliario Fotocasa.
En Madrid, estos contratos están extinguiéndose lentamente porque se están muriendo los titulares de esos viejos contratos. Como consecuencia, los grandes fondos de inversión se están haciendo con edificios enteros de la capital y están buscando la manera de quedarse con estos pisos para alquilarlos al precio del mercado.
Los locales comerciales que contaban con este tipo de contratos ya se extinguieron. Eventualmente, lo mismo pasará con estos pisos. Y aunque es imposible saber a ciencia cierta en qué momento pasará esto, Bancalero se atreve a predecir que en 20 años ya no quedará ninguno. Eso sí, aclara que aún existe la posibilidad de que algún familiar que conviva con el inquilino se subrogue el contrato en el momento en que este fallezca y se quede viviendo en el piso.
En este momento, Bancalero explica que está trabajando sobre unas 20 viviendas con renta antigua en barrios como Salamanca, Chamberí y Centro: "Son propiedades que hay que valorar muy bien antes de hacer una inversión", asegura. Ante este panorama, muchas inmobiliarias y fondos están contratando detectives privados para ver si el inquilino de renta antigua realmente está cumpliendo con el contrato, porque en caso de que no fuera así, el contrato podría extinguirse unilateralmente.
Desde el Sindicato de Inquilinas aseguran que han tenido casos en donde un fondo de inversión compra un edificio entero y dan por acabados los contratos de todos los inquilinos para poder reformar la finca y doblar el precio de los alquileres: "Al no poder hacer lo mismo con los inquilinos de rentas antiguas, los presionan para que se vayan haciendo obras insoportables en el inmueble".
El detective privado Daniel Fontanals, socio gerente de Fontanals Cabré Detectives, que trabaja en el sector desde 1990, está trabajando en este momento con la propiedad de un piso en Madrid, en el distrito centro. Este tiene una inquilina llamada Juana M., de 69 años, que tiene un contrato de renta antigua desde 1981. "La inquilina paga 300 euros por el piso, pero se calcula que su precio de mercado supera los 2.000 euros al mes", afirma Fontanals.
Juana tiene derecho a permanecer en su vivienda a ese precio con ligeras revisiones hasta su fallecimiento. Sin embargo, a la propiedad le ha llegado información de que, aunque ella paga religiosamente el alquiler, hace mucho tiempo nadie la ve por la finca. Si la inquilina no reside en el piso, según la ley, estaría incumplimiento el contrato.
Para poder probar que esto es así, la propiedad ha contratado a Fontanal. El detective ha descubierto que existen dos causas de resolución del contrato: "La primera, Juana, no reside efectivamente en la finca, sino en otro piso de su propiedad también en Madrid; y además descubrimos que Juana tiene cuatro propiedades más en Madrid, lo cual no permite la ley".
El negocio muere
El artículo 62 de la Ley de Arrendamientos Urbanos de 1964 establece como causa de finalización de la prórroga de un contrato de renta antigua que el inquilino ocupe dos o más viviendas en la misma población y el uso de todas ellas no sea indispensable para atender a sus necesidades. Fontanals calcula que en los alquileres de renta antigua existe un fraude del 20% en ciudades como Madrid, algo que, dice, las propiedades suelen desconocer. Con esta información, el abogado negocia con la inquilina su salida del apartamento y la propiedad puede alquilar el piso al precio del mercado. Los servicios del detective han costado 1.800 euros.
Para el presidente de la Federación de Asociaciones de Empresas Inmobiliarias, Miguel Ángel Gómez Huecas, muchos inquilinos se aprovechan de esta situación, ya que su renta está congelada y además tienen un derecho preferente sobre la propiedad. "Este problema siempre ha existido. Los propietarios siempre han preferido contratos largos para estar tranquilos y obtener una rentabilidad estable y segura por su inmueble, pero a esos precios es imposible. Ningún propietario quiere un contrato de renta antigua, porque la renta está muy por debajo de la renta de mercado actual". Sin embargo, ahora que los precios del alquiler están subiendo cada vez más, cada día es peor negocio: "Se deberían buscar las mejores condiciones para las dos partes", asegura Gómez.
Información de Confidencial
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