La Justicia perdona 300.000 euros a un individuo que desconocía su insolvencia

Durante más de veinte años ninguna entidad bancaria informó al hombre, transportista de
profesión, de que debía dinero

El Juzgado de lo Mercantil número 1 de Sevilla ha perdonado alrededor de 300.000 euros a
un individuo, transportista de profesión, que desconocía su insolvencia porque las entidades
bancarias a las que debía dinero no le habían avisado de su endeudamiento. Una situación que
se había agravado a raíz del Covid-19 y de que el hombre se había visto obligado a cogerse
sendas bajas laborales por problemas de salud.

 

Tal situación de insolvencia, según han informado desde Bancalero Abogados, despacho que
ha llevado y ganado el caso, comenzó después de que el hombre, con afán emprendedor,
fundara una empresa de transportes en 1995. Sin embargo, tras algunos años al frente de la
compañía, decidió cerrarla y pasar a trabajar por cuenta ajena en el mismo sector.

 

Posteriormente, adquirió una vivienda, pero no pudo afrontar el pago de la hipoteca

debido a diversas adversidades. En este punto intentó realizar una dación en pago de la propiedad, pero al no conseguirlo, la vivienda fue subastada, dejando una deuda pendiente. Así, con el paso de los años, el hombre permaneció ajeno a que su carga de deudas seguía aumentando, ya que aún arrastraba préstamos y avales que desconocía.

 

Además, debido a la crisis provocada por el coronavirus y a unas bajas laborales derivadas de
operaciones quirúrgicas a las que se vio obligado a someterse, su trabajo se vio afectado y sus
ingresos disminuyeron considerablemente. En este sentido, en 2019 estuvo ocho meses de
baja laboral a causa de una rotura de los ligamentos y, a finales de 2022, otros tres meses por
una operación, durante los cuales no pudo ejercer su profesión.

 

El banco embargó su nómina


Pero lo peor aún estaba por llegar. En octubre del año pasado, su nómina fue embargada
debido a las deudas acumuladas a lo largo de los años. «Me quedé a cuadros, ya que desde
que cerré mi empresa hace poco menos de veinte años siempre he trabajado por cuenta ajena
y he estado empadronado en el mismo domicilio, por lo que he estado todos estos años
localizable y nunca había recibido una comunicación»


Así, llegó un momento en el que no pudo hacer frente a lo que se le exigía.

 

Por su parte, nosotros como letrados , le recomendamos que «tenía mucho miedo y al
momento vimos que se trataba de un deudor de buena fe, por lo que le intentamos transmitir
mucha tranquilidad, la cual necesitaba. Además, veíamos claro que se le podía exonerar el
pasivo insatisfecho, pese a haber numerosas entidades bancarias a las que se les debían los
préstamos, tarjetas de crédito y avales, con los correspondientes intereses, por lo que
rápidamente nos pusimos a trabajar en el caso».

 

Sin embargo, lo que más le sorprendió es que «durante años no se le hubiera comunicado a
nuestro cliente las deudas que tenía, lo que provocó que los intereses se multiplicaran. No
obstante, al tratarse de un deudor de buena fe, la Ley de la Segunda Oportunidad se ha vuelto
a mostrar efectiva, permitiéndole tener un futuro esperanzador».

 

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